Por Lic. Víctor M. Oxley
victoroxley@gmail.com
La naturaleza del ajedrez y del método científico son harto
complejas, por ello, y para el objetivo de este escrito, subrayaremos la idea
de que el juego y la esencia del método científico consisten básicamente en un
continuo planteo de problemas que se les presentan al jugador y al
investigador, y que estos en su intento de solución parten de hipótesis a
partir de las relaciones de las piezas o variables, que condicionan una
situación concreta en espacio-tiempo en el tablero o en el laboratorio, pues estas
mueven a accionar a través de mecanismos tácticos o técnicos, buscando con ello
la comprobación de tales hipótesis, como lo vamos a describir a continuación,
significando con ello, que el proceso del juego en el ajedrez es un símil,
heurístico, del proceso de la investigación científica.
Desde las primeras instancias del inicio del juego en ajedrez,
identificando esta con lo que se llama "apertura", ya el ajedrecista
debe concentrar su atención y cotejar con lógica sus decisiones de mover las
piezas pues debe no caer en acciones fortuitas e inseguras, pues todo plan se
logra poniendo racional y debidamente en actividad las fuerzas combativas; pues
la igualdad de oportunidades (o la desigualdad) en la apertura suele determinar
el contenido de la lucha en el medio juego; siendo así, el jugador desde el
principio mismo, desde el vamos, deberá tomar la crucial decisión de jugar
algún tipo de apertura (de entre el repertorio de la práctica), y esto de
entrada no es una acción a la ligera, pues conlleva generalmente a una lucha
por el dominio del centro del tablero con algún plan estratégico concebido y la
puesta en práctica de un mecanismo táctico para el efecto. Ya en esta etapa del
juego, se pueden describir mecanismos símiles entre los procesos que llevan a
la toma de decisiones en el juego, si lo biyectamos heurísticamente al método
propio de la ciencia. Max Euwe sostiene
que la posición en el tablero de ajedrez no progresa por sí misma sino que debe
desarrollarse mediante un proceso de conclusiones obtenidas en la práctica. y representa
la habilidad progresiva que el jugador posee para formar un juicio crítico de
cualquier posición dada. Esta habilidad solo es posible en la medida que el
jugador -así como el científico- posean el talento para el reconocimiento de los hechos, el descubrimiento del problema y la capacidad de formulación del problema. En el caso del ajedrecista, tanto el reconocimiento del problema y su descubrimiento, implican que su
percepción de los hechos en el tablero sean interpretados dentro de un marco
teórico (nada sucede en un vació); es
costumbre valorar la posición -dice Alexander Suetin- partiendo de los indicios estáticos
exteriores de la misma: la correlación material de las fuerzas, los factores de
la posición, la situación de los dos reyes, la estructura del centro, los
puntos débiles y sólidos y los peones, las columnas y diagonales abiertas,
etc." y todo esto supone una capacidad de pensar desde principios o leyes,
sean particulares o generales, y que determinan en un alto grado la acción
(pues en ajedrez la inacción -así como en la ciencia- es la muerte).
El ajedrecista, en todo momento de la partida va construyendo
su modelo teórico en cuanto a las relaciones que es capaz de unir en un
entramado complejo estructural entre las piezas todas y las posibilidades de
acción conjunta entre estas. Ello implica una selección de los factores pertinentes, es decir -así como en la
ciencia- relacionar a las variables que se correlacionan en la coyuntura
estudiada. Una vez comprendida tal estructura procede a la invención de las hipótesis centrales y de las suposiciones auxiliares,
es decir aísla las relaciones entre variables (por ejemplo diagonales abiertas
y alfiles buenos o malos, propios o ajenos; columnas abiertas o semi abiertas y
la relación con sus torres o las del rival etc.) en una red de implicaciones lógicas que radiografíen
su estructura y hagan posible la confección de un plan estratégico y su
consecuente mecanismo táctico.
Una vez enunciada claramente la valoración del tablero en ese
particular instante, el jugador pasa a la etapa del cálculo de variantes,
momento que también puede conceptualizarse como el de la obtención de deducciones de consecuencias particulares: en esta
etapa se puede decir que el jugador busca en su memoria -soportes racionales- situaciones símiles que le ayuden a encontrar
un curso de acción favorable, busca
hechos que ya pudieron ser verificados anteriormente como vías de acción
ventajosas, de aquí pasa a poner en curso de acción -bajo soportes empíricos o dicho también de otra forma: algún mecanismo táctico-
la forma de verificación posible o concebible de su plan en busca del éxito. El ajedrecista en todo momento depende de su
correcta valoración y el cálculo para las maniobras -estas determinan la
elección de cada movimiento-. estos distintos factores determinan el contenido
del juego, es decir la estrategia y la táctica. Según A. Suetin, el plan, o
método de orientación hacia un objetivo determinado y que se ciñe a las ideas
de los momentos tácticos de la posición, se asienta en la base de la estrategia,
y la estrategia básicamente se sienta en el ataque o la defensa a grandes
rasgos. Así -en el ajedrez dice Ruben
Fine- el enjuiciamiento de la posición determina la manera de conducir la
lucha; la fuerza (o el material), la movilidad y la seguridad del rey son los
tres principios básicos del ajedrez, y agrega que la movilidad puede
subdividirse en estructura de peones (o movilidad de peones) y libertad general
de las piezas. Agréguese a esto la situación táctica en cualquier momento
(combinaciones), y se tendrá un bosquejo completo de cualquier posición.
La prueba de hipótesis o la puesta en marcha de mecanismos
tácticos por parte del ajedrecista, una vez definidos en un diseño concreto
como batería de piezas combinadas y coordinadas entre sí, se ejecuta a modo de
prueba, esta primero se evalúa in
abstracto, y si se decide a ejecutarla se lleva a cabo in concreto, es decir se ejecuta la prueba. Una vez dado este
último paso, irreversible en el juego, se corrobora la inferencia (que ya de
antemano en el análisis sería predecible); y la consecuencia puede o no
ajustarse a lo anticipado in mentis.
Esta nueva situación, es decir, la movida efectuada por uno u otro jugador,
modifica las estructuras reinantes hasta ese momento, así llegado a este nuevo
estado de cosas, una vez más, todas las variables que condicionan las
relaciones entre los elementos del tablero del juego, deberán de ser re evaluados
bajo la lupa del modelo teórico que guía la acción.
En cuentas resumidas podemos decir que la partida de ajedrez
constituye un proceso único cuyas etapas -apertura, medio juego y final- están
unidas orgánicamente, si bien cada una de ellas tiene un valor independiente y
soluciona sus diversos problemas; estos problemas aumentan considerablemente a
medida que evoluciona el juego a través
de las distintas facetas o etapas del juego, así los problemas que surgen y los
planteos de solución se determinan en forma táctica en base a alguna estrategia;
por ello es que se puede afirmar como lo hace Ruben Fine que en el nivel
maestro generalmente es siempre el último error y la capacidad de verlo la que
determina quien se lleva el laurel en la partida.
La enseñanza de las Ciencias en la etapa escolar
básica en cuanto la adquisición de conceptos propios de ellas es muy
importante; pero también y en mismo grado de importancia es el valor
instrumental y funcional que ella tiene en la maduración y evolución de los
educandos. La enseñanza de esta tiene como objetivo -según la UNESCO a través
del documento Aportes para la enseñanza de las Ciencias Naturales del SERCE
(Segundo Estudio Regional Comparativo y Explicativo, año 2009)- desarrollar el
pensamiento lógico, lo cual supone ser capaz de analizar una situación,
elaborar una explicación acerca de la misma, hipotetizar e inferir; encontrar
caminos para verificar supuestos de partida, también promover el desarrollo
progresivo de estructuras conceptuales cada vez más complejas, las que
permitirán una mejor comprensión de los conceptos científicos; se puede citar
también lo importante que es Incorporar estrategias de resolución de problemas
científicos, lo que implica iniciarse en el uso de los procedimientos de Ciencia:
identificación de problemas, búsqueda de información a partir de diferentes
fuentes, elaboración de conjeturas, diseño de actividades experimentales con la
finalidad de contrastarlas, recoger datos, organizar, analizar y comunicar la
información recogida, tomar decisiones a la luz de los estudios realizados, a
la par de todo, entre otros objetivos también el de desarrollar actitudes
científicas tales como: curiosidad, flexibilidad intelectual, espíritu crítico,
respeto por el ambiente, etc. Partiendo de los ítems anteriores que justifican
la enseñanza de la Ciencia y su consecuente método de producción de
conocimiento en la escuela cabe preguntarnos ¿Cuál es el estado actual de ello
en nuestro país? La respuesta a esta interrogante merece un estudio profundo,
pues diagnosticar la situación de ello, es el primer paso hacia el avance de
una sociedad más acorde con el siglo XXI en curso, en donde la Ciencia y la
Técnica son los motores de su andar, y en donde las sociedades que no producen
y consumen conocimiento, se encuentran peligrosamente en la situación de nuevas
formas de atraso socio-cultural, y con ello postergan en futuro a generaciones
que hoy por hoy están sujetas a las decisiones que tomemos por ellos. Solo por
citar algunos indicadores llamativos podemos decir que los educandos paraguayos
-según el SERCE- en cuanto competencias propias de los procesos cognitivos en
el nivel del sexto grado solo alcanzan un 36% en un cuestionario de 44 ítems,
en lo que atañe a la interpretación de conceptos y la aplicación científicas alcanzan
un nivel del 36% sobre un cuestionario de 20 ítems, en cuanto la capacidad de
resolución de problemas el desempeño es relativamente bajo en comparación a los
otros países evaluados de la región latinoamericana. La incorporación del
ajedrez en el currículo de la educación escolar básica y media de nuestro país,
debería de ser una herramienta valiosísima para la concreción de los fines y
objetivos del área de Ciencia en la educación nacional. Como se puede percibir,
el ajedrez como herramienta pedagógica, a partir de la heurística que mantiene
con el método científico según se describió párrafos anteriores allanaría de
una forma lúdica tales objetivos potenciales ¿porque no utilizar este
instrumento cuya implementación necesita escasa inversión? a sabiendas que los
frutos de tal política redundaría en abundantes beneficios psico-cognitivos y
sociales.
El conocimiento científico es "objetivo", y
el conocimiento objetivo es la finalidad de la investigación científica dice
Mario Bunge, agrega además que el conocimiento científico es
"verificable", siempre puede ponerse a prueba, y esta la corrobora o
refuta la experiencia. Todo jugador de ajedrez, si desea progresar en su nivel
de fuerza de juego, debe trabajarlo en todos sus puntos, tanto estratégicos y
tácticos, tanto teóricos y prácticos, el trabajo sistemático de la práctica
analítica desarrolla la visión combinatoria y el arte de calcular las
variantes, por ello acota A. Suetin que en el ajedrez, como en la música, es
necesario un trabajo sistemático y minucioso para alcanzar un alto nivel
artístico. La labor de perfeccionamiento de un ajedrecista de categoría
superior es compleja y heterogénea. Perfeccionarse significa ir solucionando
los problemas que van planteándose por cuanto estos se presentan a cada paso al
jugador, así como en la ciencia de una manera "objetiva" y
"verificable", la objetividad esta referenciada por la capacidad de
imaginación controlada por el marco teórico que el jugador será capaz de
construir en el desarrollo de competencias cognitivas que irá adquiriendo, en
cuanto todo ese bagaje de conocimientos este sujeto a "verificación"
en la experiencia personal y en el mejor de los casos haya pasado las pruebas
que la instituyen como conocimiento corroborado en la experiencia con su consecuente
éxito en lo deportivo, la escuela o la vida cotidiana. Así tal vez el jugador,
por ejemplo el escolar de la educación básica o media, probará la miel dulce en
algún campeonato escolar nacional o internacional, o simplemente estará conforme
en darles mejor pelea a sus amigos de juego, o le embargara la emoción del placer
en forma de satisfacción en el sentimiento de superación personal, sea este tal
vez en las clases de ciencias, lenguas o matemáticas.
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